Nosotros tenemos la alegría de nuestras alegrías y también tenemos la alegría de nuestros dolores. Porque no nos interesa la vida indolora que la civilización del consumo vende en los supermercados. Y estamos orgullosos del precio de tanto dolor que por tanto amor pagamos. Nosotros tenemos la alegría de nuestros errores, tropezones que muestran la pasión de andar y el amor al camino. Tenemos la alegría de nuestras derrotas, porque la lucha por la justicia y la belleza vale la pena también cuando se pierde. Y sobre todo, tenemos la alegría de nuestras esperanzas en plena moda del desencanto, cuando el desencanto se ha convertido en articulo de consumo masivo y universal. Nosotros seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano. Eduardo Galeano.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

La llegada de Gorda

La ardua búsqueda de una nueva chata, se nos presento como primer dejavu de una seguidilla de varias experiencias que ya hemos vivido. Volvimos a meternos en la rueda de las páginas de automotores usados y concesionarias. Se nos afilaron los ojos en la calle para poder identificar cualquier cartel de vende a largas distancias… Fuimos, vinimos, y volvimos a ir por todas las zonas de los barrios porteños. Objetivo: encontrar ya no un auto, si no una camioneta más espaciosa. La respuesta: nada de nada. Concluison1: Las fotos publicadas nunca son compatibles con la realidad. Conclusion2: Cuanto más lejos íbamos más grande era la desilusión.
La elegida no quería aparecer, estaba cerca pero bien escondida. Evidentemente necesitábamos ayuda y fue entonces cuando nuestro Chapulín Colorado (léase: Diego, el primo de Ser) encontró a Gorda.
Su celosa dueña nos hizo bastante difícil la transacción… era una especie de mamá Cora caprichosa que tenia a Gorda aprisionada, y así ridículo como suena terminamos rogándole que nos la venda…
Casi un mes después nuestro Chapulín logró convencerla y llegar a un buen acuerdo. La liberación comenzó su curso y Gorda llego por fin al oeste del conurbano, su nuevo hogar. No podíamos creer que ya estaba estacionada en el patio de casa. Yo me asomaba por la ventana a cada rato para constatar que era cierto y no fruto de mi imaginación… Estaba ahí, era real.
Que alegría, y cuanto trabajo nos esperaba por delante…

Gorda estuvo abandonada en un galpón durante 8 años, la encontramos llena de tierra de pies a cabeza y descolorida. Hundida en una aletargada depresión, sentía que su vida no tenía sentido si no podía funcionar para viajar, se veía fea e inútil. Quizás esa es la razón de su angustia oral que la llevó a comer en exceso y perder la línea. Intentó quitarse la vida más de una vez, yendo en contramano por Panamericana, también probó con terapias convencionales y alternativas, pero todo fue en vano. Ocho años después los días oscuros terminaron para ella y volvió a ver la luz tras tanta espera. Encontrarnos fue para los 3 el principio de una historia nueva. Hoy entre centros de estética y Spa, Gorda está recuperando de a poco su autoestima y volviendo a sentirse la diva que brillo en los años 70…


Ella y su nombre

La idea de llamarla así, se dio naturalmente. Desde el primer día cuando nos preguntaban cómo era, decíamos: “es parecida a la Kombi, pero mas gordita”…
Para el que nunca la había visto era difícil describirla, porque si bien su mecánica es la del conocido Ford Falcon, es un modelo que no se fabricó en Argentina y hay muy pocos ejemplares.
Por eso, para explicar su fisonomía, teníamos que hacer dibujitos a mano alzada y describirla con múltiples adjetivos, entre los cuales nunca faltaba la palabra “gorda”.
No hay con que darle, la Gorda ES gorda! Salta a la vista, no hay Slim ni dietas disociadas que puedan ocultar sus curvas sensuales. Es morruda y se la banca! Viviremos en su cálida panza el tiempo que el viaje disponga.
Aguanten las redondeses!


Gracias Diego por encontrar este eslabón perdido que faltaba para recomenzar nuestro viaje…Y a toda la familia Samper por apoyarnos siempre. Los queremos mucho!

Recien llegada
Diego, Ser y Gorda el dia que fuimos a buscarla
Los primeros mates
Comenzando a extirpar los kilos de mugre

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Adios a Ranchito


Paso mucho tiempo y el tiempo trajo una marea de cosas, de las lindas y de las feas. Por lo general cuando pasan de las últimas las ganas de escribir se apagan. Esa es la razón de nuestra ausencia.
De a poquito vamos a ir llenando las páginas de estos meses que a pesar de todo siguieron siendo parte de nuestro viaje… Seguimos en Buenos Aires pero siempre mirando hacia el norte y por sobre todo, hacia adelante.

Rancho, fue nuestro primer auto. Fue cómplice y parte de nuestro proyecto desde el inicio. De hecho fue comprado especialmente para el comienzo de esta aventura. Nos encariñamos por demás con esta simpática caja con ruedas y él nos gratifico siendo nuestra guarida durante 3 largos meses.
Desde su llegada, planeamos junto a él todo el viaje a lo largo de América. Veíamos postales imaginarias de Rancho en la playa, en el desierto o en la nieve.
Pero el viaje patagónico nos devolvió a Buenos Aires con una mochila de aprendizajes, dudas, y asperezas en la convivencia. Nuestras largas patas sufrieron la escases de espacio que Rancho humildemente nos proporcionó, y comenzó a surgir la pregunta. ¿Y si cambiáramos de vehículo?
Nuestra primer reacción fue de negación…”No, no podríamos despegarnos de él nunca!”
La segunda fue de culpa: “como vamos a venderlo? El fue y es parte del viaje"…Mirábamos su trompita puntuda de faroles cuadrados y sentíamos que nos decía: “porfa, no me dejen”, y eso nos llenaba de remordimiento.
La tercer reflexión fue más racional:"Es un auto... fue fiel y compañero, pero no deja de ser solo el trasporte que nos lleva, el viaje va mas allá de eso"… Después de ondas charlas, la conclusión era que para seguir adelante con el tramo más largo del viaje, necesitábamos un lugar un poquito más amplio donde pasar el resto de nuestras noches…

Fue así como la decisión fue tomada y hoy es un hecho. Pasaron largos meses hasta que finalmente Rancho eligió a su nuevo dueño. Creemos que él lo eligió, porque pasaron varias caras, y muchas propuestas pero ninguna se concretó. Casi casi se lo lleva una chica de Bariloche pero no pudo ser, se fue repentinamente y no pudimos cerrar la venta. Sabíamos en el fondo que alguien especial lo adoptaría. Finalmente apareció Fernando, un muchacho del Bolsón con el que enseguida cerramos el trámite de adopción. No caben dudas de que Rancho se enamoro del sur… El viaje por la Patagonia continuará para él, y otro nuevo comienza para nosotros: la búsqueda de una nueva compañera de ruta.






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