Nosotros tenemos la alegría de nuestras alegrías y también tenemos la alegría de nuestros dolores. Porque no nos interesa la vida indolora que la civilización del consumo vende en los supermercados. Y estamos orgullosos del precio de tanto dolor que por tanto amor pagamos. Nosotros tenemos la alegría de nuestros errores, tropezones que muestran la pasión de andar y el amor al camino. Tenemos la alegría de nuestras derrotas, porque la lucha por la justicia y la belleza vale la pena también cuando se pierde. Y sobre todo, tenemos la alegría de nuestras esperanzas en plena moda del desencanto, cuando el desencanto se ha convertido en articulo de consumo masivo y universal. Nosotros seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano. Eduardo Galeano.

lunes, 9 de septiembre de 2013

La Gorda Hot

La cosa fue mas o menos así…Hace 3 meses aproximadamente nos despedíamos de Yola, de Máncora y de Perú, ya era hora de cruzar a Ecuador. Hoy la capsula del tiempo nos volvió a depositar en Perú en Máncora y en la casa de Yola, como si esos 3 intensos meses nunca hubieran existido. Es raro, pero como lo “normal” tampoco tiene una definición que me convenza, digamos que es lo absurdo que nos toco vivir, y con eso nos conformamos.

(Aclaro, que estamos nuevamente en Perú por circunstancias que exceden nuestras decisiones. Ya casi con un pie en Colombia no pudimos atravesar la frontera por serios conflictos que se desataron por paros agrarios y cortes de ruta que nos impidieron seguir avanzando hacia el norte. Por eso estamos refugiados nuevamente en tierras peruanas hasta que las aguas se calmen y podamos retomar nuestro camino)






























Digamos que esos 3 meses en Ecuador que ahora parecen ficticios, sí existieron y estuvieron muy cargados de sabores y sinsabores que pasaremos a contar.
La Gordita siempre pecó de calentona y eso lo supimos siempre, pero al entrar en el nuevo país hermano, su sangre libidinosa se desató más que nunca. Seguimos de la mano de Flor, Mario y Morcilla que como contamos en el post anterior nos bancaron a morir cada vez que tuvimos que frenar por este asunto…Y no solo era la fiebre lo que aquejaba a la Gorda si no también una fatiga extrema que nos hizo sufrir cada kilómetro de cuesta.

La Gorda en uno de sus ataques fulminantes de calentura
























A cada frenada el radiador perdia control de esfinteres y La Gordita se meaba.































El fiel retrato de la Gorda agitadiiiisima que nos hizo nuestro amigo Mario. Quedara enmarcado y algún día lo colgaremos en el living con mas orgullo que un diploma.



Frenada Nro. 8.301. Foto gentileza Contigo Pan y Morcilla


























Los queremos Morcillos!































"Quiero ver a que huele este lente"

"Cantinero, otra copa por favor"

Nuestro primer destino en Ecuador fue Vilcabamba, conocido como "el pueblo de la longevidad" porque curiosamente esta habitado por muchos ancianitos que superan los 100 años. Parece que esto de estar en contacto con la naturaleza y no conocer el stress funciona...
































Los arqueóLocos


























El cerro Mandango con forma de casita.














































En Vilcabamba conocimos a Luis e Itamar, visitamos su huerta y nos fuimos con un pequeño souvenir de 15 kilos de naranja que nos obligo a comprar un exprimidor para poder liquidarlas...Gracias chicos por tanta buena onda y generosidad.


























Verdor de Vilcabamba


























Luis dijo "junten todo lo que puedan" y le hicimos caso! 

























"Tengo la leve sensación de que se están riendo de mi"

























Habiendo descartado las teorías del termostato y otras conjeturas erróneas, llegamos a la bella ciudad de Cuenca andando casi por milagro. Por eso antes de que muriera de un infarto decidimos internar a La Gorda cuanto antes. Ahí empezó un recorrido por una pasarela de mecánicos que metieron mano y bastardearon a nuestra fiel rodantera, pasando casi un mes sin tener solución alguna…Pasaban los días, pasaban las manos, caía la lluvia sin cesar, bajaba el animo y subía la preocupación a niveles insostenibles.
La palabra motor seguida de roto…es una fantasma que desde el día que decidimos viajar en vehículo nos persigue con su sábana blanca. Pero en momentos como este, hay que animarse a prender la luz, destapar el fantasma y dejarlo en bolas…Le hicimos frente a esta pesadilla aunque los primeros días solo pensábamos que iba a ser algo imposible de solucionar.
Arreglar el motor hubiese sido quimérico si no fuera por tantas manos y corazones enormes que nos ayudaron y empujaron para hacernos posible arrancar nuevamente.
Pancho, Marcel y su familia (Deisy, Noe y Sebas) nos conocieron en la calle mientras hacíamos la feria en la plaza del centro y ellos nos rescataron del sopor del laberinto que nos tenia atrapados esos días.
Pancho vivió en Argentina y su amor por nuestro país le drena por los poros...Sabe tanto de rock nacional como Maru Botana de tortas y sospechamos que en realidad nació en algún barrio porteño y la cigüeña desorientada termino dejándolo en Cuenca. El nos acompaño cada minuto y estuvo a nuestro lado siempre antes de que suene nuestro llamado.
Marcel otro fiel amigo o también mi enemigo intimo, se transformo en un hermano en plena edad del pavo, y nos peleamos pasando del enojo a la risa como un deporte de entrenamiento diario. Marcel, Deisy su mujer, y sus hijos, nos visitaron dia a dia durante todo este mes, y las frases “come Sergito” y “come Anita” se transformaron en un himno acompañado de las viandas que traían y a las que nunca pudimos negarnos. No hubo manera alguna de hacerles entender que no hacía falta que vinieran siempre con “un cariñito” comestible para ofrecernos… 
Gracias gracias y mas gracias Pancho, Marcel y familia por tanto amor.

Este niñito era hijo de uno de los mecánicos por los que pasamos y nos dejo la obra que aparece a continuación:
Pancho nos remolco de un taller a otro, esta vez fue la tercera y la vencida!
A mi izquierda: Pancho. A mi derecha: Marcel, Nola y Deisy
Pancho de invitado en casa, tocando unos temas del flaco Spinetta.
Power!


Adiós a nuestra bici querida, se convirtió en  repuestos para Gorda.

Días de aburrimiento, introspección y producción 

Hermosa hermosa Cuenca.

Marcel fue además el responsable de hacernos conocer a Wilfried…el mecánico que finalmente opero a corazón abierto a La Gordita y la salvó.
Wilfried es la poción perfecta que surge de mezclar medio alma latina y medio germana. Con sangre alemana que tiñe su pelo de rubio y sus ojos claros…el ímpetu y la rigidez de lo estricto, lo prolijo y lo tajante, sin vueltas y yendo rápido al grano hizo sus malabares y arreglo el motor. Su otra mitad la que trae desde Chile es su lado blando, gracioso y generoso… El, (o sus dos mitades) nos dio todo sin pedir nada a cambio y gracias a sus manos mágicas La Gorda esta hoy donde esta, es decir en la ruta, es decir a donde pertenece.
Por eso de nuevo un incansable gracias Wilfried, y flia por cobijarnos esos días, hacernos recuperar la esperanza y las energías gastadas, y por permitirnos seguir creyendo en la gente, en el viaje y en que siempre hay antídoto hasta para los monstruos mas oscuros.

Wilfried en plena operación.

El instrumentista quirúrgico

 Este es el local de empanadas chilenas super-riquisimas de Wilfried y Tania (su mujer), que quedaba pegadito a su taller,




























Sergio: "hoy como carne, no puedo disimular mi cara de feliz cumpleaños"


Con Tania en una feria de colectividades en su puesto de empanadas.
Tania fue estos dias otra mamá que sumamos a nuestra lista de madres postizas que el viaje nos regala.
Gracias Tania por tu dulzura y por estar en esos detalles que nos hicieron sentir en familia.



















































Cuando La Gorda estuvo lista, fuimos a hacer su prueba de fuego al Parque Nacional Cajas, la ruta es un complicado camino de montaña que sube unos 2000 mts en un tramo de menos de 50km. Si pasabamos ésta estabamos listos para seguir!
Allá fuimos en compañia de Marcel.
La caña de pescar la llevamos de paseo ya que el viento no nos permitía ni siquiera mantener los pies derechos entre paso y paso caminado.
El clima tan hostil no nos permitia ver mucho, y al cabo de un rato de luchar contra el viento y el frio extremo volvimos al calor de La Gordita que nos estaba esperando.
A pesar de no haberle sacado el jugo al parque que daba para mucho mas, volvimos felices con el semáforo en verde para dejar Cuenca después de un mes y medio de remarla sin parar.

Nuestro huésped 




El soldado Marcel



Que entretenido es pelear con vos Marcel, mas cuando no nos queda otra que quedarnos refugiados en La Gorda.



No es un muñeco de cera, soy yo con las articulaciones entumecidas de frío

En nuestro próximo post, nuestras aventuras por el oriente…la selva ecuatoriana.
Abrazos!

Entradas populares