Nosotros tenemos la alegría de nuestras alegrías y también tenemos la alegría de nuestros dolores. Porque no nos interesa la vida indolora que la civilización del consumo vende en los supermercados. Y estamos orgullosos del precio de tanto dolor que por tanto amor pagamos. Nosotros tenemos la alegría de nuestros errores, tropezones que muestran la pasión de andar y el amor al camino. Tenemos la alegría de nuestras derrotas, porque la lucha por la justicia y la belleza vale la pena también cuando se pierde. Y sobre todo, tenemos la alegría de nuestras esperanzas en plena moda del desencanto, cuando el desencanto se ha convertido en articulo de consumo masivo y universal. Nosotros seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano. Eduardo Galeano.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Venezuela invisible

HIJOS DE LA GRAN SABANA

Ya internados en el corazón de Venezuela un imperdible era llegar a La Gran Sabana….este lugar como tantos otros, esta ahí al alcance de los ojos del mundo…pero invisible a la vez…cuantos de ustedes habían escuchado a cerca de este lugar? Tampoco nosotros lo conocíamos hasta interiorizarnos un poco mas sobre el país que estábamos recorriendo. La Gran Sabana es uno de los lugares mas antiguos del planeta con formaciones de 2000 millones de años… DOSMIL-MILLONES eso si que es mucho.






















La Llovizna, uno de los saltos en plena ciudad de Puerto Ordaz


Los caminos de la Sabana








El inevitable chiste fácil

La cascada de Jaspe, donde el suelo esta conformado por la piedra colorada que lleva el mismo nombre, única en el mundo.





Un tepuy visto de muy lejos, la única vez que se asomó entre las densas nubes.


























Además de los saltos, cascadas, selvas y tepuyes (montañas de punta truncada) únicos en el mundo…la sabana es hogar de los Pemones, comunidades originarias de esta porción de tierra, únicos habitantes y administradores de la región.
Alli nos quedamos unos días en la Comunidad Kawi… Para ellos debemos haber sido unos visitantes mas…para nosotros una experiencia única. A veces nos resulta difícil entrar en confianza con culturas tan diferentes a las nuestras...no queremos invadir, no queremos irrespetar, actuamos con timidez al igual que ellos…y así de a poco nos vamos conociendo.
Fueron días de pocas palabras, días de observar y ver cómo viven ellos, o cómo no vivimos nosotros…o mejor aun, como nos gustaría vivir, seguir su ejemplo algún día.
Viven respetando su entorno, la tierra que los trajo al mundo y a la que regresaran algún día. Cultivan el suelo a pesar de que los expertos dicen que por la acidez del mismo nada bueno pude salir de allí. A la huerta la llaman “conuco” y en este espacio trabajan a sol y sombra cosechando todo tipo de frutas y verduras que crecen con vitalidad sin hacer caso a los pesimistas pronósticos.
El día que llegamos era el cumpleaños de Laurimar, una de las hijas de Fatima la primera de 17 hermanos, todos hijos de Alicia, la gran abuela. A su vez Fatima con sus 33 años ya también era abuela, lo que me hizo pensar y repensar en mi, y en el concepto del tiempo que llevo sobre mis años, también 33 y aun sin hijos…
El cumpleaños fue la excusa para completar la meta del día, conseguir harina de trigo para hacer una torta, bien preciado por estos días de escases en las tierras venezolanas. La torta cumpleañera no era algo usual en la comunidad. Entonces, allí fuimos por los caminos de tierra de la gran Sabana de pueblo en pueblo hasta encontrar un kilo del polvo deseado.
Por la noche fuimos invitados a la fiesta que se celebro con las comidas que ellos comen a diario, a base de yuca, arroz y pollo recién pelado, fuimos por un instante fugaz parte de esa enorme familia (unas 30 personas) y nos fundimos a ellos mirándonos con curiosidad, observándonos los unos a los otros en esta mezcla marmolada de culturas y costumbres.
Con los niños de la comunidad descubrimos la libertad en su forma mas inocente. Ellos crecen sin la palabra miedo, palabra que a muchos de nosotros, no tengo dudas, nos ha marcado una cicatriz en gran parte del crecimiento. Ellos no saben como es un elefante, o donde queda Argentina, confunden la letra M con la W, pero saben cultivar su tierra, conocen sus animales y cada rincón de su comunidad. Ellos no conocen una correa para un perro, un ascensor o un semáforo para cruzar la calle, no saben lo que es vestir uniforme, un secuestro express, ni bailando por un sueño. 
Ellos corren, van y vienen con total autonomía, se bañan desnudos en las bocanadas de agua de los saltos sin pudor de su cuerpo. Un día mientras jugaban en el agua me arrastraron hasta una cueva para mostrarme un nido de golondrinas que habían encontrado, allí abajo uno de ellos me dijo “Tengo una maraca de serpiente” mi mente asoció la imagen al instrumento de carnaval carioca, pero no era eso a lo que se refería, -“Mi papa la mató y me dio la maraca” me dijo. Y saco de una bolsita el cascabel de la culebra. Lo puso en mi oído y el sonido me transporto a alguna escena de película de aventura extrema. 
Así pasan sus días, aprendiendo de la naturaleza y jugando con ella. Crecer jugando, aprender jugando, y por sobre todo sin miedo a vivir.
Unos días después habiendo superado un poco las barreras de la timidez nos quedamos en casa de Rafael y Mercedes charlando y tomando café. Alli supimos como el chavismo ayudo enormemente a las comunidades originarias de Venezuela, devolviéndoles los derechos de su ley orgánica ancestral y permitiéndoles recuperar sus nombres y apellidos aborígenes. Hasta el momento la iglesia les había prohibido llevar sus nombres de origen por considerarlos satánicos.
Unos días antes cuando pasamos por la puerta de la iglesia católica de un pueblo cercano Fátima me había contado que ellos ya no tenían religión, “la religión solo nos ha separado, aprendimos que todo es un mismo dios”.
Respondiendo a este dios, que no tiene color ni forma, que puede llamarse Ala, Jehova, Shiva o Madre Tierra, los hijos de la Gran Sabana habitan esta tierra maravillosa, este TODO del que somos parte, ellos, yo, ustedes...hace dos mil millones de años…










El Conuco




























Con Aldo y Juli del Vuelo de la Golondrina. Dos almas viajeras y libres como pocas, jovenes por fuera pero sabios y añejos por dentro...Fue un  enorme placer compartir convivencia con ustedes. Y gracias por hacernos llegar a la comunidad Kawi...


Con Nico y Ariana en su Westy viajera con la que recorrerán sudamerica. Gracias por los días compartidos y por atendernos como a reyes, los esperamos en Argentina!!!! (cuando volvamos)


























Junto a la familia Martineau, que rescataron a la Gorda de su rueda sin freno, así como al Graham Page de los Zapp hace 13 años atrás...Gracias y mil gracias por su extrema generosidad.

En la Radio Fe y Alegría de Puerto Ordaz, donde nos invitaron a hablar un ratito de nuestra forma de vida.

Los primeros pasos aprendiendo acordes de cuatro




Estas tres ultimas fotos que merecerían un post aparte son de nuestra "familia venezolana" en Puerto Ordaz. Nos conocimos en Chichiriviche unos meses nates, una noche de descompostura que quede hecha un trapo en la vereda de su casa...Yoli (Yolaida) Nos adopto desde ese día y fue mi enfermera de urgencia. Un tiempo después, llegamos a su ciudad y nos volvimos a encontrar...Son las pequeñas cosas las que nos enamoraron de esta bella familia de sonrisas amplias...Los queremos con el corazón y esperarlos volver a verlos muy prontito.






















































LA DESGRACIA ES LA FORTUNA


Nos varamos, esto a esta altura como sabrán ya es algo de rutina, pero por primera vez en casi dos años de viaje La Gorda fue remolcada por una grúa. Paso en el lugar más inoportuno de las rutas de Venezuela.  Por los frondosos caminos de los valles del Tuy, allí donde nos decían “por ahí no se les ocurra parar” “es peligroso” “pasen de largo, no se detengan ni a orinar”….obviamente allí la Gorda rebelde se empacó.  Era de mañana y Ser salió a la ruta a conseguir una grúa, volvió por la tarde, mientras yo encerrada en la latosa escuchaba los ruidos de la vegetación y algún que otro animalejo no registrado en mi catalogo mental de sonidos mamíferos.
La grúa que llego no pudo remolcarnos, tuvimos que acercarnos a una zona de la montaña donde hubiera señal y desde ahí contactar a otra. Casi al anochecer fuimos rescatados…  pero a un costo elevado. La grúa nos costó lo que nos hubiera alcanzado para vivir un mes entero. Quedamos secos.  Llegamos con los bolsillos descocidos al taller de Andrés.
 Andrés vive en Santa Teresa, una zona humilde de los valles al sur de Caracas, donde el agua llega cada tres días y el calor húmedo aprieta el aliento. Andrés siempre esta ocupado, tiene muchísimo trabajo, por eso de ser honesto y buena persona… Nos recibió como hijos, como si llegáramos de una larga expedición y nos hubiera estado esperando toda la vida. Nos llamaba “pajaritos” con la ternura de un padre, de un abuelo, de un tío….o todos ellos juntos. Estuvimos 10 días en su taller, en los cuales “nos fuimos” 3 veces y volvimos con la cabeza gacha y la Gorda averiada… 3 cuadras y de regreso, 5 cuadras y de regreso, una vuelta manzana y otra vez sopa…hasta que la cuarta nos fuimos de verdad!
Al día de estar allí nos dimos cuenta que el barrio no era ningún chiste, las balas y los tiroteos eran la música de fondo, donde mejor no meterse en lo que no te importa si queres seguir vivito y coleando. El miedo nos invadió, pero al pasar los días, los lazos con Andrés con su hijo Daniel y con los vecinos fue cada vez más fuerte.  Gente que apenas habíamos saludado venia con “el mercadito”, bolsas con comida que rebalsaron nuestra alacena. Paso un camionero curioso…solo a preguntar si necesitábamos algo, a los 15 minutos volvió con un repuesto que estábamos necesitando…  Así una tras otra sucedieron  sorpresas  que nos hicieron sentir privilegiados, queridos, cuidados…allí en Santa Teresa en una de las ciudades más peligrosas de Venezuela y del mundo, descubrimos la humildad en su forma más pura.
“Podrán decir que somos pobres pero nunca van a decir que no somos hospitalarios” remarcaba Andrés, mientras se detenía a charlar al menos unos 20 minutos con cada vecino que le decía Buen Día!
El siempre estaba ocupadísimo y lleno de trabajo, cada día amanecía con un listado de tareas que no iba a poder completar, pero así y todo el rato para las charlas nunca pero nunca jamás faltaría. Sacaba el banquito se acomodaba a nuestro lado y simplemente charlábamos viendo las horas pasar…  Según vemos la vida en la ciudad de la furia porteña de dónde venimos, eso sería catalogado como perder el tiempo, ser despreocupado o poco responsable… si algo aprendimos del alma latina en esta parte del mapa  es a tomar la vida de un modo más pausado, pensar más en el otro y no tanto taaanto taaaanto en uno mismo, compartir, ayudar y simplemente intentar ser una buena persona, como Andrés y como tantas otras almas anónimas que nos ayudan cada día. A todos ellos una y otra vez mas: GRACIAS!


El mundo de Andrés, de fierros y tornillos....



























LA CASA DEL ÁRBOL

Después del episodio en Santa Teresa debíamos si o si hacer lo que menos nos gusta, ir a vender a la playa, sombrilla por sombrilla, persona por persona…Que fastidio ser vendedor ambulante, aunque de verdad en Venezuela fue el trabajo mas simple…nada de estar ofreciendo mucho, allí nomas estando uno parado te llaman “chica-chica a ver que tienes ahí” y  te compran…te compran y mucho!
Fuimos en plan de recuperar nuestra economía y lo logramos, en dos días volvió lo que la grúa se había llevado. Nunca nos fue tan bien como en ese momento que tanto necesitábamos…
La playa elegida era Rio Chico, una playa de turismo local y pueblo relajado.
Allí en la playa misma vive Valentín, un hombre que habla con sus ojos y la expresión  de su voz tierna y grave… Su historia es corta y simple y así será narrada: Nos contó que un día llego a aquella playa se sentó bajo aquel árbol y pensó para sí “sería tan feliz viviendo en este lugar”. Y allí en ese lugar, bajo ese árbol armo su pequeña casa. El árbol hoy es uno de los pilares que mantiene las finas paredes erguidas. Su casa es humilde, extremadamente  pequeña,  por las endijas de las maderas recolectadas de la calle se filtra la luz de un sol crujiente. La casa está decorada también con cosas que fue encontrando: un poster de princesas, un tapiz, otras telas de colores. Pero el color mas lindo que tiñe la casa es ella, Kerly. Ella llego a la playa con un reciente pasado muy doloroso. Encontró en Valentín un refugio y su felicidad que ahora comparten a la par. Sin importar la diferencia de  edad y los prejuicios que esto supone en un mundo milimetrado y  de líneas rectas, se aman y sueñan…como todos (o casi todos) soñamos alguna vez con la casa del árbol.


Los ojos de Valentín




























DE PLAYAS ESCONDIDAS, TORTUGAS Y DELFINES

De Playa en Playa recorrimos casi casi el 100% de la costa Venezolana. Allá bien lejos en la península de Paria donde las rutas principales desaparecen sigue habiendo mucho para ver. Llegamos por esos pagos a diferentes playas y parajes hermosos. El Parque Mochima donde vimos por primera vez delfines en su hábitat natural, Playa Medina y Playa Puy Puy santuarios naturales donde las tortugas marinas mas grandes del planeta van a desovar, (no pudimos ver ninguna, pero si sus huellas de tractor que marcan en la arena). Esta parte del viaje fue en compañía de Flor y Gaby en su Kangooneta. Hermosas personas, y hermoso el viaje que emprendieron…si quieren conocerlos mas esta es su pagina: www.tequierohastaalaska.com





Foto de Te quiero hasta Alaska




Playas con pastito, que lindorrr!


Foto de Te quiero hasta Alaska








Feliz cumpleaños de Ser con desayuno BOMBA, mate,simil facturas, dulce de leche, nutella y COCO para no estar fuera de contexto.



Playa Medina






La Cueva de Guácharo, pajaro nocturno que vive aqui adentro durante el dia. Nos internamos 3 kilometros dentro sobre un colchon de guano y semillas que estos pajarracos dejan, escuchnado el sonido que provocan nada parecido a un píopío...mas bien a monstruo de las tinieblas.

Orion, nuestro pasajero invitado durante una semanita a bordo de la Gorda...luego de su travesía por África y su llegada a Trinidad en velero.Comiendo mango a 4 manos, desayuno merienda almuerzo y cena!






































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