Nosotros tenemos la alegría de nuestras alegrías y también tenemos la alegría de nuestros dolores. Porque no nos interesa la vida indolora que la civilización del consumo vende en los supermercados. Y estamos orgullosos del precio de tanto dolor que por tanto amor pagamos. Nosotros tenemos la alegría de nuestros errores, tropezones que muestran la pasión de andar y el amor al camino. Tenemos la alegría de nuestras derrotas, porque la lucha por la justicia y la belleza vale la pena también cuando se pierde. Y sobre todo, tenemos la alegría de nuestras esperanzas en plena moda del desencanto, cuando el desencanto se ha convertido en articulo de consumo masivo y universal. Nosotros seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano. Eduardo Galeano.

lunes, 24 de agosto de 2015

Retrospectiva y una dosis de irrealidad



Hace ya mucho tiempo el viaje se volvió simplemente nuestra vida, la locura de viajar sin rumbo sin destino, sin tiempo, las alas al viento revoloteando aleatoriamente se convirtió tan solo en lo cotidiano, nuestra vida real.
Mirando linealmente, el capitulo que sigue en las crónicas del viaje es Costa Rica. Abrí miles de veces el editor de texto y volví a cerrarlo. Secuencia: abrir, página en blanco, pensar, cerrar….abrir, página en blanco, pensar, cerrar. Pasaron , días, meses…nada. Nada salió de mi. Y no porque no haya nada, hay mucho y tanto que contar que se me escapo de las manos. Cuantos más días pasan más se incrementa el fastidio y mas borrosas y lejanas parecen las vivencias.
Necesito volver atrás, pero no puedo. 
Creo poder entender por qué pero ni si quiera estoy segura de ello. Creo que es porque antes de retomar las crónicas aparecieron otras cosas más importantes por delante, hoy me senté a escribir lo que saliera sin expectativas, como experimento y salió esto…se ve que esto es lo que urge…esto estaba trabando las letras venideras…Así que lo dejo salir, para que fluya la procesión que viene detrás.






































Hace ya un mes y medio que paramos, llegamos a México y faltaban todavía 3 meses para recibir visitas de Argentina que ya están prontas a llegar.
Tres meses y el bolsillo flaco. Paramos, bajamos de la Gorda y volvimos de un segundo al otro a esa vida “la otra” la de despertadores, madrugones, horarios y responsabilidades.
Conseguimos un trabajo, dos trabajos, tres trabajos! Y ahí pusimos toda el alma con la meta de juntar lo más que pudiéramos en ese lapso de tiempo para luego volver a soltarnos…
Llamo a esta etapa como una dosis de irrealidad. Ahora que está al borde de su fin siento que no estuvo nada mal… Nos encontramos haciendo cosas que jamás habíamos hecho, reinventándonos, probando y jugando a ser otros…No estuvo nada mal tampoco la retrospectiva de revivir lo que éramos antes de salir de viaje… No estuvo nada mal, pero por otro lado nos puso frente a un espejo para ver y valorar todo lo otro, lo de que dejamos quieto un rato en reposo.
Estamos viviendo en una casa, veo a la Gorda por la ventana y la extraño. Subo a verla cada tanto, a buscar alguna cosa, tiene olor a encierro y me da pena…la extraño. Quiero volver a subirme a ella, a quejarme de su espacio ínfimo, a quejarme del calor que me da dormir dentro de ella. Volver a sentir el ruido ensordecedor de su escape roto y metales viejos, volver a prepararme el mate en su cocina de gnomos y mirar por la ventana algún árbol de bosque o de plaza de barrio.































Quiero volver a sufrir las incomodidades de la libertad…porque en estos 3 años ganamos más de lo que podemos imaginar y a veces perdemos noción de eso y se nos olvida. 
Y esta pequeña dosis de irrealidad que estamos viviendo hace dos meses me abre apeniiitas los ojos para empezar a darme cuenta de este despertar tan inmenso que voy a digerir por muchos años.







El viaje es real, es lo más real que pude haber vivido, con él nacieron ideas nuevas, proyectos nuevos, formas diferentes de ver la vida. No es un capricho, no es una colección de lugares, de kilómetros ni de fotos alegres en distintos escenarios. No es algo que “ya se me va a pasar” y que siento así porque ahora soy “joven” y “no tengo hijos” como suelen decirnos… A veces me siento anciana...Viajar es intenso y vivir intenso es vivir mucho pero mucho en concentrado. Hijos tengo miles que hemos ido cosechando en el camino…no son biológicos, pero son reales, hijos niños, hijos perros, hijos amigos, hijos logros…los hijos que nos dio el viaje, personas y momentos que llegan y te cambian la vida para siempre...




No quiero volver atrás para involucionar, para despertarme con relojes que no quiero escuchar, para hacer cosas que no quiero hacer ni rodearme de gente que no quiero ver. No quiero volver a esa vida de clones donde el tiempo para uno y para hacer lo que nos gusta es el tiempo que sobra, (si es que sobra)… Una vida que mantiene atadas a la mayoría de las personas, atados a excusas y cosas, a números y cuentas que pagar, a cuotas y compromisos ficticios, a ilusiones ópticas que nublan la vista como una película esmerilada sobre los ojos…si se dieran cuenta que es tan fácil lavarse la cara y VER que la vida esta ahí para comérsela como un chocolate…es simple. SIMPLE.
Y sí quiero volver atrás para recordar lo hermoso que fue Costa Rica y cada rincón de América, poder revivirlo y escribirlo y compartirlo con todos. Quiero volver atrás para revisar todo lo que otros me enseñaron, no olvidarme ni una letra y ponerlo en práctica…Y quiero volver a casa cuando sea el momento para que la irrealidad no vuelva y la realidad se vuelva cada día más grande.



























































Gracias a quien haya llegado leyendo hasta acá. Definitivamente este es un post personal dentro del blog de viajes …esta vez como autora me tome esa licencia.
Este es el principio del retorno de las crónicas ruteras! Lo prometo!!



Dedico la entrada a Gabi y Flor de Te quiero hasta Alaska por haberme dado un empujón y motivarme a retomar la escritura.

Ani

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